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Un Cronista Indeseado


Un Cronista Indeseado
Miércoles. Frío en el norte, no es la excepción en Vetusta. Son las tres de la tarde. Saliendo de clase, pensando que mi día no podía ser más ordinario, un tímido cartel en el campus universitario me llamó la atención. La foto mostraba diminutos amarillos, azules y rojos, minúsculas banderas de Venezuela. En la foto, quedaban enanas en esas multitudinarias- y forzosas- marchas oficialistas, con un gran cartel de Hugo Rafael Chávez Frías. En la foto no era el flaco candidato risueño de finales de los noventa, vestido de traje y afirmando que en Cuba había una dictadura, sino que estaba fornido-papeado- y vestido de militar. Si hay algo que les encanta a los socialistas más radicales, por más que alardeen de que su sabiduría infinita, de que son los Gandhis de la posmodernidad, es a un latino con una boina, de camuflaje y con el rifle en la mano. El título decía “Venezuela en la Nueva Ofensiva Imperialista en Latinoamérica”. Cualquiera al leer esto pensaría que Venezuela ha estado plagada de Marines, Navy SEALS, drones bombarderos y enormes portaviones, leviatanes yanquis oprimiendo toda la soberanía del país. Si tan sólo supieran que en lo que va de década ha habido menos militares estadounidenses que soldados rusos tan sólo en 2019. ¿Cómo es que dicen estos grupos? Ah, sí: el mundo al revés.


Luego de trabajar, ya de noche, llego a casa para investigar quiénes iban a dar este foro de la comedia. No voy a decir nombres ni apellidos porque, a pesar de que estos grupos me consideran más fascista- palabra favorita de los radicales - que venezolano, considero esencial respetar la integridad del individuo, especialmente cuando estos no tienen ni idea de lo que están haciendo. Llamemos al primer ponente Alicia, y al segundo lo conoceremos como Winston. Alicia hizo unos videos que se hicieron muy virales en Venezuela, paseándose por las farmacias, preguntando irónicamente por la crisis venezolana, ridiculizando las denuncias no sólo de la oposición política al gobierno de Nicolás (Maduro, no confundir con el zar Nicolás ll), sino que muchas organizaciones no gubernamentales han presentado cifras contundentes que denuncian la falta de derechos humanos básicos en mi país. Un año antes de este Trending Topic de la miseria humana, mi tía había fallecido por una enfermedad que ni siquiera se pudo diagnosticar debido a la falta de reactivos médicos. Un año después, dado que el cuento de la exageración de la derecha no cubría el agudo desabastecimiento, el culpable no podía ser más obvio: sí, hay hambre, sí, hay desabastecimiento, sí, se está muriendo la gente, pero todo es causado por Donald Trump. Así afirmaba por su parte Winston, con una cara indiferente, como si le hubieran cambiado los nombres en el guión, pero la historia siguiese siendo la misma, para esto no importaba si fuese Alicia o Winston, su culpable estaba en la Casa Blanca, mandando tuits y desestabilizando a un país. “La culpa- SIEMPRE-es de la vaca” se dice en mi país.


No podía faltar a ese foro. Después de vernos forzados a huir de la nefasta situación hace dos años, había llegado un grupito de españoles a querer explicarnos qué es lo que pasaba en mi país. Sí, Alicia pudo haber pasado los años que quiera instruyéndose, pero esos años jamás pueden compararse con una vida entera en Venezuela. A pesar de que había dejado mi carrera universitaria para currar a tiempo completo, junto a mis padres con dos trabajos, el dinero no nos daba para siquiera comer tres veces al día. Mucho se olvida que no tenemos una varita mágica para aparecer y desaparecer de nuestro país. Estos revolucionarios iban grabando videos como influencers de la desidia, luego apagaban su móvil, saludaban a unos ministros y se iban de vuelta a casa, con la nevera llena, calefacción, luz y agua todos los días. Por más miedo que tuviese por la falta de alimentos, por más que literalmente temblase por mi integridad física al tener una pistola en la cabeza cuando me atracaron, no podía irme de Venezuela cuando me daba la gana.

Tenía que ir un cronista a decirle a esos señores lo que ha vivido en carne y hueso.


La ansiedad había acelerado los días, y un miércoles se hizo viernes de repente. En la entrada al auditorio, vi que al evento no llegaron más de veinte personas. Dentro de esas, estaba una amiga que también era venezolana y una compañera de la universidad. Winston no pudo asistir, así que estaba sólo Alicia, sonriente, alegre y optimista. Mientras decía las buenas tardes, ya unos de sus amiguitos estaba colocando en la mesa una bandera palestina y la wiphala boliviana, en solidaridad al pueblo indígena y defendiendo a Evo Morales de el “golpe”. A pesar de que Alicia había afirmado con toda la superioridad moral del mundo que la gente más sensible a “estos temas”,como si de limpiar el lavabo se tratara, es de izquierdas, me quedé esperando a que mencionara a la mujer embarazada Warao, comunidad indígena de mi país, y la niña de seis años asesinadas en  julio del 2019 por la Fuerzas de Acciones Especiales. O quizás hablaría sobre el fraude electoral en Bolivia. Vaya compromiso moral demostraban. La primera impresión es lo que importa, se suele decir.



El foro de la desidia

Para hacer el cuento corto, hablaron de todo: lucha de clases, élites políticas antes de Chávez, Estados Unidos no podía faltar, y la expropiación… capitalista, dentro de muchas cosas. Hablaron de sus amigos de Facebook, como Fidel Castro, Evo Morales, y el difunto Muamar el Gaddafi, mientras añadieron al primer mandatario Lenín Moreno, socialista que le dio la cara a Rafael Correa, a su lista de enemigos, al lado de Donald Trump y Jair Bolsonaro, prácticamente. Entrando en Venezuela, se burló  de la susodicha “autoproclamación” del Presidente (E), Juan Guaidó, afirmando que llegar a una plaza, montarse en una “caja de naranjas” y declararse presidente, era completamente absurdo, como también lo fue el 19 de abril de 1810, cuando Vicente Emparan renunció a la Capitanía General de Venezuela en una plaza tras un cabildo, como el que convocó Guaidó, que le exigía dejar el mando. Absurdísimo el primer paso de independencia, Alicia, mejor nos quedamos con la autoproclamación de las armas del FAES.

“...Y si quieren sacar al gobierno, hacerlo por las urnas”
Así exclamaba Alicia, ignorando el inmenso tanque que intentó meter Chávez en el Palacio de Miraflores en 1992, o los trabajadores de Venezolana de Televisión asesinados por Jesse Chacón, quien luego fue Ministro de Energía, o las denuncias de Smartmatic sobre la manipulación de las elecciones a la Asamblea Nazi-onal Constituyente. Nada, será que a los venezolanos nos da pereza ir a votar, o ser lanzados de un décimo piso con toda la impunidad del mundo ¿Por qué será que no votamos? ¿Será la falta de voluntad? ¿O quizás podría ser terrorismo de estado? Ay, nadie sabe nada, es todo tan abstracto, especialmente para alguien tan ajeno a la realidad venezolana.

Sólo puedo reír al escuchar este comentario de Alicia, quien días atrás publicó una foto en Instagram glorificando a Emiliano Zapata como si fuera la Madre Teresa de Calcuta ¿Entonces hay revoluciones buenas y revoluciones malas? No aguantaba más. Intervine para preguntar sobre el reporte de la ONU de Michelle Bachellet, con 57 ejecuciones extrajudiciales sólo en el mes de julio, 41 salarios mínimos para cubrir una canasta básica alimentaria, 24 congresistas despojados de su inmunidad parlamentaria por la Asamblea Nazi-onal Constituyente (a saber qué hace un constitucionalista disolviendo la inmunidad de un diputado), y mucho más, ya que la lista de irregularidades sociales, económicas y políticas en Venezuela es increíblemente larga. Todo esto fue desacreditado porque Bachellet, según las fuentes de Alicia, fue obligada por su equipo a escribir dicho para deslegitimar al gobierno de Nicolás Maduro. Claro: el FAES mata, la prensa lo publica, y entonces la culpa es de la prensa por publicar la noticia. Si al final todo es una conspiración reptiliana para controlar al mundo, por cierto ¿En qué parte nos ponemos los sombreros de papel aluminio?

Sobre la brutalidad policial-militar, la ambigüedad no faltó. Me comentaron que en una de las aulas donde se forman las fuerzas de seguridad existe un mural de Oswaldo Guayasamín en contra del abuso estatal, de lo que deduce lo siguiente:

¿Cómo es posible que un policía formado en dicho Edén pueda cometer esos actos?

No lo sé, yo no predico poder meterme en la cabeza de la gente, tal vez le debería preguntar a los policías que me robaron al comienzo de la década y me amenazaron con llevarme preso cuando todavía era un menor de edad. Quizás ellos eran más aficionados de Rembrandt y no les había gustado el mural.

Sin embargo, uno del público me llamó afortunado por no haber vivido el Caracazo en los años 90, evento que mis padres sobrevivieron y que luego me tocó exponer en la secundaria para pasar a bachillerato. Pero venga usted, señor revolucionario de Starbucks, a “explicarle” a un venezolano un evento que todos hemos visto en la asignatura “Historia de Venezuela”. Aquí es cuando el discurso se pone verdaderamente colonialista: muestro datos objetivos y son refutados por su procedencia dudosa, detectada con su “intuición” otorgada por su divinidad moral marxista, entonces cuento mi realidad como venezolano y se simplifica con un simple 


“Bueno, antes era mucho peor, si quieres te lo explico

Claro, pero hay antes y hay antes, camarada. Si lo que quiere es hablar de historia, explique usted las violentas intentonas  de la guerrilla cubana en los años 60s en los gobiernos nacionales que habían sido electos por las urnas. Secuestros, extorsiones, atentados, todos llevados de la mano por una dictadura que ustedes exaltan como si fuera El Dorado. Y claro que es dorada, para los militares y funcionarios corruptos que desviaron los fondos públicos para enriquecerse. Pero claro, ahí les viene cierta amnesia. Memoria selectiva, lo llaman.

"Es que lo que tú ves rojo, yo lo veo azul"

No, Alicia! No, Winston! No se pueden relativizar las muertes para luego decir que tienen mucha conciencia de clases. YO soy caribeño, indio, español y ciudadano del mundo con mucho orgullo, y ustedes no tienen ningún derecho a menospreciarme como si fuera un analfabeta por pensar distinto a ustedes.  No tienen ninguna superioridad moral sobre nadie ni son mejores que el resto del mundo. Son unos tontos útiles que justifican una masacre con violencias buenas y malas, revoluciones gloriosas y golpes fascistas. Nadie les pidió que pelearan por nadie. Son unos farsantes que se dan golpes de pecho mientras gente de carne y hueso muere por su utopía soñada. Después de tantos grados, de tantos másters y doctorados sobre la opresión, el neocolonialismo y el imperialismo, ahí estaba la doctora Alicia, tratándome como a un indio más, pisoteando mi humanidad para tener su altísima conciencia ideológica limpia. Al final, no son los datos ni mis experiencias lo que importa, sino la imposición de una narrativa por un pequeño grupo autoproclamados más venezolanos que nosotros por sus camisas de el “Ché”. Esto es apropiación cultural para fines ideológicos. Esta es la superioridad moral rancia llena de segregación política hacia los “latinos buenos” y los “latinos malos”, de cuando escuchaba a Hugo Chávez insultando a sus adversarios, a comunistas colegas de él vestidos de Louis Vuitton llamando a un líder opositor “maricón”, para luego decir que soy yo el radical. Eso no se llama facismo. Eso no se llama intolerancia. Eso, señorita Alicia, se llama impotencia.


 Todos los ojos estaban fijados en mí. No podía más. Tenía que hacer la compra. Tenía que ir a trabajar. Tenía que ducharme y quitarme esta maldita mugre ideológica de encima. Tomé mi mochila y me puse mi chaqueta. Mientras me dirigía a la salida, Alicia sonreía con sus ínfulas de superioridad

“Yo pensé que querías debatir”

“¡Les debería dar vergüenza!”  Grité a todo pulmón.

Por primera y única vez en estos dos años, en este país que me ha dado las oportunidades para superarme como profesional, estudiante y ser humano, me sentí verdaderamente discriminado, tratado como a un ser inferior, como una persona non grata por ser quien soy, por tener una historia que va más allá de ideologías.
Escrito por Santiago Sanz

Comentarios

  1. Nada da mas indignacion, que unos pijos "nangaras" filocubiches, vengan a decirle a uno que lo te obligo a irte de tu pais, es "el bloqueo del imperio" y no un tremebunda manipulacion criminal que ha empobrecido hasta la ruina a uno de los paises mas prosperos de America.

    Paciencia solitaria y valiente voz indignada, ya se termina este ciclo, y esperemos que el pueblo venezolano halla aprendido esta dura leccion.

    Muadib

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  2. El artículo de Santiago describe la fisonomía de una pretendida izquierda que se asume como de vanguardia y defensora de la justicia social de los pueblos. Con apoyo de regímenes como el de Maduro, van por el mundo difundiendo ideas y hechos que falsean la dura realidad de países como Venezuela. Algunos de estos personajes son tontos útiles, pero una significativa parte son meros mercenarios ideológicos, aprovechadores de ocasión, que viven de los recursos y prebendas que obtienen por sus servicios, por generar matrices de opinión que confunden a parte de la opinión pública, en este caso internacional, y favorecen a oscuros intereses. El chavismo ha sido astuto en la compra de consciencias, en confundir y en corromper para perpetuarse en el poder.

    Ante el aparato propagandístico que el régimen de Maduro ha diseñado con ingentes recursos económicos, resulta plausible esfuerzos como el de Santiago, un joven que preocupado por la libertad y democracia de su país, con modestos medios, alza su voz para denunciar las mentiras y tropelías de un gobierno que ha sumido a nuestro país, Venezuela, en un territorio de probreza y desesperanza.

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